lunes, 14 de febrero de 2011

La Inquisición en Daimiel

Transcurría el año 1478, cuando una bula del Papa Sixto IV autorizaba a los Reyes Católicos a nombrar Inquisidores. Se dijo que el objetivo de la corona era conseguir la unidad religiosa en España, de modo que los Inquisidores centraron sus actuaciones principalmente contra los judíos conversos y los moriscos.

       Sin querer entrar en las distintas consideraciones que otros tantos autores hacen del problema del Santo Oficio, unos para denostarla y otros para defenderla, baste hoy decir que su establecimiento provocó un odio universal contra España y que el ejercicio de su procedimiento se rodeaba  de un secreto impenetrable  que junto al uso de la tortura lo convertía en una odiosa injusticia que violaba hipócritamente el pensamiento y la conciencia de sus víctimas.
      
       En Daimiel, la Casa de la Inquisición estaba situada en la calle Don Tiburcio y los párrocos de nuestras dos iglesias ejercieron simultáneamente el cargo de comisarios. Las Relaciones de 1575 citan: " Un comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Toledo, que lo es al presente el rector de la iglesia parrochial del Señor Sant Pedro desta villa".

       Los judíos de Daimiel se agruparon en las calles Pacifico, Santa María y San Roque, teniendo a la ermita de este último nombre por su sinagoga.
Disponían éstos de un tribunal que regía sus leyes y que se constituía en la puerta de la sinagoga, y su enseñanza, que consistía en el estudio talmúdico y dela Biblia, estaba a cargo de los llamados "rabies".

Tras diversas actuaciones de la Inquisición, decidieron los Reyes Católicos la expulsión de los judíos para combatir el creciente problema del retorno al judaísmo de los conversos. El cura de los Palacios los vio partir: " No hubo cristiano qu eno los compadeciese y todos los incitaban a bautizarse... se pusieron en camino, abandonando su tierra natal... y los rabinos los alentaban y hacían cantar a la gente al son de las flauta para estimularles"

       El historiador Haim Beinart da noticia de algunas actuaciones del Santo Oficio en Daimiel, como la instruida a Juan Caldés, que se refugió en casa de una hija suya donde practicaba los preceptos del judaísmo  a la vez que reunía a los conversos daimieleños para rezar.
Otra de estas actuaciones se llevó a cabo contra Juan Fez, que tras ser excomulgado en 1470, confesó haber lavado a sus hijos tras el bautismo, costumbre ésta de los judíos, declaró también haber sido obligado a judaizar por indicaciones de su padrastro y fue relajado en 1483.


       A  los moros de Daimiel se les bautizó en el año 1502, pero la Inquisición actuó contundentemente contra ellos. María Gómez fue detenida en el año 1540, tras ser acusada se le sometió dos veces a tormento y su proceso tuvo como consecuencia la condena a confiscación de bienes y llevar sambenito.

Tras tres años de prisión se confirma que es buena penitente y se le cambia su reclusión por llevar sambenito en las fiestas señaladas de Daimiel y a realizar  periódicamente prácticas piadosas en una ermita cercana al pueblo.
Otras mujeres de Daimiel, como la que llamaban "la brava", María Naranja, María Paredes,,Juana Díaz, Isabel Niño, María López, María Hernández o María Herrera, fueron también torturadas y no tuvieron más remedio que el de confesar aceptando así las penas que les impusieron.
En otros casos, como el de Mayor García, a quien se le condenó el 21 de septiembre de 1550 y puesta en libertad tras pagar su marido una cantidad económica al Inquisidor, no hacen sino confirmar la arbitrariedad, con que se regía el Santo Oficio en algunas ocasiones.
     
En 1609  se dictó la Orden de expulsión de los moriscos y en Daimiel,  como en el resto de La Mancha,  se encargó de materializarlo el Conde de Salazar, quien informa el 10 de julio de 1611 que había hecho salir de nuestras tierras a más de 50.000 personas. A pesar de estas medidas muchos de ellos volvieron prefiriendo incluso su encarcelamiento o su ejecución.

En el  Archivo Diocesano de Cuenca se conserva un documento relativo a un daimieleño, llamado Diego Díaz que puede resumir las penurias a las que se les sometió a estas gentes: tras su expulsión marchó Diego a Francia pero las calamidades le llevaron a retornar de nuevo a nuestro pueblo; aquí fue prendido por el alcalde Madera quien lo envió a Cartagena para después desembarcarlo en Argel; fue hecho prisionero  por los argelinos y le obligaron a circuncidarse, " y allí yban mirando todos los barones y les yban cortando el pellejo de sus verguenzas". 

Tras esta amarga experiencia embarcó con unos piratas y al llegar a las aguas de Tortosa se lanzó al agua hasta alcanzar la costa a nado.
Tras su ingreso en un hospital de Zaragoza intentó localizar a su padre y hermanos sin conseguirlo; despues fue denunciado por la Inquisición saliendo libre de las acusaciones con la condición de cumplir penitencia pública por haberse dejado circuncidar.


Publicado por Braulio Molina López en junio de 1998

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