El castillo daimieleño permaneció en poder de los musulmanes hasta que, triunfantes los cristianos, en la batalla de Las Navas se Tolosa (1212), lo recuperaron para hacerse cargo de él la poderosa Orden de Calatrava.
Una de las fortalezas construidas
por los musulmanes en el Campo de Calatrava fue el castillo Santa Catalina de
Daimiel que, edificado en torno al año 714, sirvió como avanzadilla y atalaya
de la vecina fortaleza de Calatrava y que
jugó un papel fundamental en el nuevo
nacimiento histórico de nuestro pueblo, ya que junto a sus murallas,
buscando su protección, se asentaron los primeros pobladores de la villa.
El castillo daimieleño permaneció
en poder de los musulmanes hasta que, triunfantes los cristianos, en la batalla
de las Navas de Tolosa (1212), lo recuperaron para hacerse cargo de él la
poderosa Orden de Calatrava.
En el año 1500, a las órdenes del
Comendador, el castillo Santa Catalina contaba con caballos, pertrechos y los
hombres para utilizarlos, así como armas de fuego y mecánicas; ballestas de palo, arcos,
cerbatanas, bombardas y truenos; tampoco faltaban las municiones, como las
pelotas de piedra y plomo y los elementos para la fabricación de la pólvora.
En el año 1520, el cosmógrafo Hernando Colón asegura que Daimiel tenía una buena fortaleza, pero 55 años después, en las Relaciones Topográficas mandadas a hacer por el rey Felipe II, se cita al castillo poniendo de manifiesto su progresivo deterioro: ”…en esta villa hay un castillo antiguo que está dentro del pueblo, cerca de las casas de la Encomienda, hecho de tapiería enacenada, con un foso o cara por defuera y de dentro muy pocos edificios. Está viejo y maltratado. No hay armas en él ni municiones ningunas.”
En el año 1520, el cosmógrafo Hernando Colón asegura que Daimiel tenía una buena fortaleza, pero 55 años después, en las Relaciones Topográficas mandadas a hacer por el rey Felipe II, se cita al castillo poniendo de manifiesto su progresivo deterioro: ”…en esta villa hay un castillo antiguo que está dentro del pueblo, cerca de las casas de la Encomienda, hecho de tapiería enacenada, con un foso o cara por defuera y de dentro muy pocos edificios. Está viejo y maltratado. No hay armas en él ni municiones ningunas.”
En el Archivo histórico Nacional
se conserva una detallada descripción en la que se dice que ya abandonado sigue
conservando las trazas de fortaleza:”…reconocieron el castillo y en la acera de
la puerta principal que va al Señor San Juan tienen una torrecilla de mampostería,
con escalera para subir a dicha torre, sin puerta ni rastrillo… El adarbe es de
mampostería y parapeto de tapias enacenadas con quince almenas. El adarve que
va del pozo de la nieve a la calle del Señor San Juan, con cinco almenas… El
adarbe de la puerta tiene una torre de mampostería y encima y cinco arcos de
ladrillo; el adarbe que mira a la Señora Santa Quiteria,… quedan dos pedazos de
torres que miran al Señor San Juan."
Del año 1800 hay noticia de que
se encuentra completamente desmoronado y de que, en sus cuevas, fosos y
barrancos, se alberga una importante población de picaros, ladrones y
prostitutas, a la vez que sirve de lugar de encuentro para personas de ambos
sexos, con notorio escándalo público.
Estos hechos alarmaron a la
población alertando a las autoridades locales y dieron origen a que el
procurador síndico pidiera su demolición para ofertar los terrenos a quien
quisiera edificar, pero nadie lo solicitó.
En el año 1807 el síndico don
José Valdelomar solicita legalmente que se dé el solar a censo y tras ser
valorado en 7.377 reales de vellón se hace cargo del terreno el Ayuntamiento,
construyendo una plaza de toros.
Según consta en un documento, en poder
del archivo municipal de Daimiel, en el año1826 se reconoce que el castillo
Santa Catalina de Daimiel, había pasado a ser plaza de toros. Así dejó de existir, lamentablemente,
lo que durante centurias fue una importante fortaleza donde se fabricaban armas
y en cuyos alrededores se encuentran sin duda los orígenes del Daimiel que hoy
conocemos.
Su recuerdo ha quedado plasmado
para siempre en el escudo de la ciudad y en las dos calles que llevan su nombre.
Braulio Molina López - Febreo 2015