domingo, 15 de febrero de 2015

El castillo de Daimiel

El castillo daimieleño permaneció en poder de los musulmanes hasta que, triunfantes los cristianos, en la batalla de Las Navas se Tolosa (1212), lo recuperaron para hacerse cargo de él la poderosa Orden de Calatrava.



Una de las fortalezas construidas por los musulmanes en el Campo de Calatrava fue el castillo Santa Catalina de Daimiel que, edificado en torno al año 714, sirvió como avanzadilla y atalaya de la vecina fortaleza de Calatrava y  que jugó un papel fundamental en el nuevo  nacimiento histórico de nuestro pueblo, ya que junto a sus murallas, buscando su protección, se asentaron los primeros pobladores de la villa.
El castillo daimieleño permaneció en poder de los musulmanes hasta que, triunfantes los cristianos, en la batalla de las Navas de Tolosa (1212), lo recuperaron para hacerse cargo de él la poderosa  Orden de Calatrava.

En el año 1500, a las órdenes del Comendador, el castillo Santa Catalina contaba con caballos, pertrechos y los hombres para utilizarlos, así como armas de fuego  y mecánicas; ballestas de palo, arcos, cerbatanas, bombardas y truenos; tampoco faltaban las municiones, como las pelotas de piedra y plomo y los elementos para la fabricación de la pólvora.


En el año 1520, el cosmógrafo Hernando Colón asegura que Daimiel tenía una buena fortaleza, pero 55 años después, en las Relaciones Topográficas mandadas a hacer por el rey Felipe II, se cita al castillo poniendo de manifiesto su progresivo deterioro: ”…en esta villa hay un castillo antiguo que está dentro del pueblo, cerca de las casas de la Encomienda, hecho de tapiería enacenada, con un foso o cara por defuera y de dentro muy pocos edificios. Está viejo y maltratado. No hay armas en él ni municiones ningunas.”


En el Archivo histórico Nacional se conserva una detallada descripción en la que se dice que ya abandonado sigue conservando las trazas de fortaleza:”…reconocieron el castillo y en la acera de la puerta principal que va al Señor San Juan tienen una torrecilla de mampostería, con escalera para subir a dicha torre, sin puerta ni rastrillo… El adarbe es de mampostería y parapeto de tapias enacenadas con quince almenas. El adarve que va del pozo de la nieve a la calle del Señor San Juan, con cinco almenas… El adarbe de la puerta tiene una torre de mampostería y encima y cinco arcos de ladrillo; el adarbe que mira a la Señora Santa Quiteria,… quedan dos pedazos de torres que miran al Señor San Juan."
Del año 1800 hay noticia de que se encuentra completamente desmoronado y de que, en sus cuevas, fosos y barrancos, se alberga una importante población de picaros, ladrones y prostitutas, a la vez que sirve de lugar de encuentro para personas de ambos sexos, con notorio escándalo público.
Estos hechos alarmaron a la población alertando a las autoridades locales y dieron origen a que el procurador síndico pidiera su demolición para ofertar los terrenos a quien quisiera edificar, pero nadie lo solicitó.


En el año 1807 el síndico don José Valdelomar solicita legalmente que se dé el solar a censo y tras ser valorado en 7.377 reales de vellón se hace cargo del terreno el Ayuntamiento, construyendo una plaza de toros.
Según consta en un documento, en poder del archivo municipal de Daimiel, en el año1826 se reconoce que el castillo Santa Catalina de Daimiel, había pasado a ser plaza de  toros. Así dejó de existir, lamentablemente, lo que durante centurias fue una importante fortaleza donde se fabricaban armas y en cuyos alrededores se encuentran sin duda los orígenes del Daimiel que hoy conocemos.
Su recuerdo ha quedado plasmado para siempre en el escudo de la ciudad y en las dos calles que llevan su nombre.

Braulio Molina López - Febreo 2015