lunes, 7 de noviembre de 2016

Los conciertos y el miedo escénico

BraulioMolina López

“Si la música está pensada para compartirla con otros ¿Por qué tenemos tanto miedo a las actuaciones en público?”

Cuando se actúa, la audiencia no sabe (a menos que se proyecte el descontento) si se está en una parte fácil o difícil, algo que además no le preocupa. El público está ahí para disfrutar de la música, de modo que hay que hacerle disfrutar. No se debe proyectar las inseguridades en el público que escucha; ellos no las quieren, y se debe tener en cuenta lo siguientes puntos:
Visión
  1. Dedicarse a disfrutar uno mismo y por consiguiente hay que centrarse en la música.
  2. Mantener la concentración en las cuestiones técnicas a vencer en cada obra, pero sobre todo hay que centrarse en el resultado musical que se quiere transmitir.
  3. Recordar que hay que ser un artista, no un atleta. Una técnica impresionante sólo debe ser un medio para conseguir un fin musical. No se debe tratar de competir con otros o compararse con ellos excepto si es para estimular el propio deseo de mejorar. La verdadera competición es con uno mismo.
  4. Trabajar para mejorar la capacidad técnica sólo como medio de lograr una mayor expresividad. Intentamos crear algo, no impresionar a nadie: “Uno debe enorgullecerse por lo que hace” .
  5. Tener en cuenta las críticas constructivas que los amigos y profesores expresen, pero se deben ignorar las críticas destructivas procedentes de gente insegura de sí misma o que simplemente no le gustas y quieren hacer daño.
  6. Si se puede, nos debemos liberar de la preocupación por las expectativas poco realistas de los demás. Hay que disfrutar del nivel en el que es está ahora mismo mientras se siga avanzando.
  7. A veces hay gente esperando el momento para criticar y perjudicar, (parece su profesión). Hay que ignorarlos.
  8. Los problemas de actuación son completamente internos. No hay estrés fuera de uno mismo. Hay que confrontar la ansiedad de actuación y tratarla en la mente, en el interior.
Nicola Piovani - La vida es bella
No se debe estudiar solo para saber como se toca una obra, sino que se debe aprender a cómo actuarla y por lo tanto a expresarla y compartirla con los demás.
Después de que se domine la pieza técnicamente, se debe tocar aplicando estas reglas:
  1. Una vez que se comience, hay que tocar toca la pieza hasta el final sin parar. No hacer falsos comienzos. No detenerse a mitad y comenzar de nuevo.
  2. Cuando se cometa un error, ¡hay que seguir! Si paramos para corregir el error hemos cometido dos errores. Lo que ha pasado, pasó. ¡El presente no existe!
  3. Incluso aunque se haya realizado un pequeño desastre, se debe terminar de forma sólida y darle a la última nota todo su valor. Nada resulta más desagradable para una audiencia que alguien que al final de la pieza, frunce el seño, se queja y se lamenta de su destino.

Visualización

Visualización se entiende como la imaginación con rasgos visibles de algo que no se tiene a la vista.
Si no se pueden visualizar con confianza las obras que se van a interpretar, nos estamos abriendo a la inseguridad en la actuación. Hay que estar seguro de todas las partes que se componen las obras así que como tener claro los siguientes puntos:
  1. El nombre de las notas y el solfeo.
  2. La digitación.
  3. Las melodías y acompañamientos.
  4. La estructura general de la pieza.
  5. No tener preocupaciones técnicas.
  6. No evocar errores anteriores.
  7. Y finalmente, ser capaz de visualizar la obra a tiempo con un metrónomo sin dudas ni errores.
Banda de Música de Daimiel - Sendes de Jose Alberto Pina
 Relajación
Ponerse nervioso es la reacción natural al ser el centro de atención. Lo que se hace con ese nerviosismo es lo que determina si se es capaz o no de actuar. Intentar ignorar el nerviosismo es engañarse a sí mismo y con esto se empeoran las cosas.
Tomarlo de una forma agresiva y decirse, "no me pondré nervioso, no puedo estar nervioso" es igualmente erróneo, por tanto se debe que aceptar el nerviosismo y trabajar con él. Es necesario canalizar la energía nerviosa hacia una energía constructiva, y aprender a relajarse.
La relajación es una técnica, y es tan importante cultivar esta técnica como cualquier otra que se aprenda sobre el instrumento. Si uno no puede relajar los músculos conscientemente durante el estudio, tampoco podrás hacerlo en el escenario.
Los ejercicios de relajación progresiva pueden darnos un control consciente sobre nuestro cuerpo. A continuación propongo algunos para trabajarlos en casa e incluso antes de cada actuación:
Poner un reloj de alarma para que suene en 30 minutos.
Respirar conscientemente desde el diafragma más que desde el pecho (haciendo que el vientre se contraiga y se expanda). Se debe hacer despacio y en respiraciones profundas.
Es de vital importancia que se ralentice reflexivamente la respiración cuando se sienta que empieza a acelerarse, porque una vez pasado cierto nivel ya no es posible el control y comienza la hiperventilación.
Como práctica diaria hacer la regulación de la respiración y la relajación del cuerpo antes de empezar el estudio. Un intérprete relajado parece que se hace antes con su instrumento. Halla un nuevo músculo para relajar en cada sesión.
Una vez hecho esto es bueno tocar la pieza muchas veces y a partir de la séptima vez deberíamos empezar a deleitarla.
Antes de la actuación verdadera, se debe practicar varias actuaciones para uno mismo. En estas actuaciones de práctica lo importante no es tanto hacer música como mejorar las habilidades de actuación.
Banda Municipal de Música de Daimiel actuando en el Teatro "Quijano" de Ciudad Real

El día de la actuación
Este día debemos hacerlo todo con calma y lentamente. Preparar la ropa, las partituras, y todo lo que necesitemos para no tener que correr cuando llegue el momento de salir al escenario. Intentar no practicar excesivamente. Aplicarse a última hora sólo hace que fatiguemos los músculos y nos quede una sensación de inseguridad sobre si estamos o no preparados.
Tenemos que aceptar que estamos bien preparados y todo irá bien. Visualizamos las piezas, con calma y de forma efectiva trabajar sobre puntos determinados. Podemos tocar una o dos obras completas. No se necesita más. Comer ligero y suficiente. Se deben evitar los estimulantes. Llegar temprano y familiarizarse con la sala y tocar una obra o dos en la posición en que nos vamos a poner; y visualizar los asientos llenos de gente.

 Durante la actuación

La concentración es la habilidad más importante en una actuación, y debe cultivarse mediante la práctica. Mientras estemos tocando, tenemos que concentrarnos en los medios necesarios para conseguir el fin propuesto, y este fin llegará por sí mismo.
En vez de preocuparnos por sacar un buen sonido, mantengamos la mente centrada en lo que tenemos que hacer para producir un buen sonido.
Cultivar la habilidad de mantener la mente centrada a pesar de las distracciones.
Para esto puede servir practicar las obras frente a una televisión con el volumen alto y con dos radios sonando al mismo tiempo en dos emisoras distintas; si a pesar de todo somos capaces de mantener la mente centrada en tocar las obras, no tendremos que preocuparnos de mucho cuando estemos en el escenario.
Orquesta y Coros nacionales de España 

Cometer errores

Tenemos que aceptar que la perfección no es posible. Esto no significa que debamos bajar nuestras expectativas, sino que tenemos que aceptar que somos humanos y que los errores llegarán; dada la cantidad de notas que se tocan en una actuación, es poco realista esperar que nunca fallemos ni una. Consintámonos un cierto número de errores por actuación. Si aceptamos que pueden llegar, cuando lleguen no nos sorprenderán tanto ni nos entrará miedo por ello. Diferenciaremos dos clases de errores:
  1. Deficiencias:
    Se trata de acciones que somos incapaces de realizar en el instrumento, y son signo de una preparación inadecuada. Estos errores son causa de preocupación y deben estar en primer lugar en la lista de cosas para trabajar después de la actuación. Mientras que ésta continúe, ignorémoslas no obstante, y sigamos adelante. ¡No hay tiempo para practicar ahora!
  2. Errores sencillos:
    Éstos ocurrirán al margen de lo bien que nos hayamos podido preparar. Que pasen y a continuar. Si nuestra perspectiva es suficientemente buena y estamos centrados en la música, “nos reiremos de ellos”.
  3. A la audiencia debemos mirarla como amigos, no como enemigos. Lo único que quieren es escuchar música, y quieren que lo hagamos bien. Consecuentemente, ellos apoyan nuestros esfuerzos, y no tratan de minarlos. La gente que venga a no escuchar otra cosa que nuestros errores, es digna de lástima, ya que se está perdiendo completamente la música.
    Si tenemos que hablar con la audiencia para dar algunas explicaciones de las obras, debemos ser nosotros mismos. Tratar de parecer pomposo y formal, o siendo excesivamente próximo en plan "colega" lo único que conseguiremos será alienar la audiencia.
    Prepararnos bien lo que vamos a decir es muy importante para saber de lo que estamos hablando. Uno no inspiraría confianza en la audiencia si empieza a decir, "la siguiente obra que voy a tocar, mmm, está compuesta por, mmm, Mozart. Se trata de su, mmm, sonata, que es una especie de pieza grande, con movimientos y notas, etc...".
    Cuando actuemos, tenemos que sentirnos grandes, dejar que los hombros se ensanchen, que los brazos y dedos se expandan; esta relajación libera la circulación y permite a la sangre fluir por los dedos, permitiéndonos tocar incluso, en un escenario frío.
Tras la actuación

Tras la actuación mostremos nuestro agradecimiento a la audiencia por escucharnos y nunca nos disculpemos por lo que hemos hecho. Si se ha hecho lo que se ha podido en el momento, no tenemos por qué disculparnos. Censurar la propia interpretación ante alguien que nos está aplaudiendo no sólo revela la falta de autoestima, sino que también insulta al que escucha. Es como decirle que si ha disfrutado con la interpretación es por su mal gusto.
Público en el auditorio

NOTA: Texto extraido de la publicación de Manuel Ureña Delgado en la revista musicalia-numero-2/212-el-miedo-escénico

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