Aquelarre de Goya
De los tiempos de la quema de hechiceras y de la leyenda negra antiespañola debe datar la fama de llamar a Daimiel el pueblo de las brujas. Fue entre los años 1500 y 1600 cuando la hechicería y la superstición no eran otra cosa que la malicia y la incultura de unas gentes que llevadas por la pasión y el odio, convertían con sus acusaciones a sus vecinos en herejes y brujas.
Las Relaciones de 1575 citan: "Un comisario del Santo Oficio de la Inquisición de Toledo, que lo es al presente el rector de la iglesia parrochial del Señor Sant Pedro desta villa".
Esta casa de la Inquisición estaba en la calle Don Tiburcio ostentando el cargo de comisario los párrocos de las dos iglesias, persiguiendo la herejía que se manifestaba en nuestro pueblo de aquellos tiempos.
Maleficios y fascinaciones, amuletos con poderes mágicos, ungüentos y pactos con el diablo eran métodos empleados para la curación de enfermedades, atraer el amor de hombre y la riqueza o para hacer el mal.
A Juana Ruiz se le absolvió el 10 de junio de 1541; de ella se contaban en Daimiel sus famosas hazañas, vuelos por la chimenea, extraños ruidos y su conocida pasión por robar huesos de cadáveres en el cementerio. Durante su proceso, fueron muchos los vecinos que testimoniaron haberla visto en el osario desnuda con una vela en la mano, alegó en su defensa que lo hacía para practicar un conjuro con el que curar a su hija enferma.
En 1550 se procesó en Daimiel a Isabel de la Higuera, que, haciendo figuras en la ceniza y dando a comer suciedades en una naranja, aseguraba desligar a las personas que eran víctimas de encantamientos.
Se cuenta también la existencia de aquelarres, en los que sus asistentes, tras untarse con ungüentos practicaban vuelos para encontrarse con el mismísimo Lucifer que presidía la reunión cometiendo todo tipo de atrocidades. Anteriormente habían hecho un pacto con el diablo firmando un documento con su propia sangre.
Un ermitaño de nuestro pueblo tenía por costumbre invocar al demonio en los alrededores de Daimiel ofreciéndole lo que comía en el suelo y de esta macabra forma hacía volver a la vida a las bestias o ganados muertos.
Otra vecina de Daimiel, Apolonia "la forastera", cortaba la cabeza a los gatos negros para después enterrarlos con habas en los ojos y al llegar la noche iba al lugar a renegar de Dios y de los santos.
Apolonia Martínez pasaba consulta para curar el reumatismo cociendo vino con patas de cordero. Ana Díaz conseguía por medios sobrenaturales atraer al hombre amado, haciendo oraciones a la vez que manejaba repugnantes materias para conseguir el amor deseado.
En 1666 se juzgó en Daimiel a "la larga" que realizaba maleficios para curar las calenturas, también ponía amistad entre los vecinos desavenidos utilizando tierra de la Ermita de San Bartolomé. Tras registrar su casa, encontraron los funcionarios de la Inquisición sebo humano, sangre menstrual, uñas de animal y quijadas de lagarto; alegó en su defensa que eran componentes que utilizaba su marido para arreglar zapatos. La "larga" fue desterrada de Daimiel tras ser sometida a vergüenza pública por las calles de nuestro pueblo, montada desnuda en un burro, portando una toga de esparto que anunciaba su condición de hechicera.
Se conservan en los archivos de la Inquisición los procesos de vecinos de Daimiel que existieron en aquella época y que dieron color a nuestra historia en unos tiempos en los que la plebe les convertía en presas fáciles de enseñanzas mágicas y creencias de poderes ocultos.
La hechicería fue tan fuertemente inculcada en las gentes de nuestro pueblo como para no haber sido olvidada aún y de aquellos tiempos procede la fama de Daimiel como el pueblo de Las Brujas.
CONJURO PARA ATRAER EL AMOR DEL HOMBRE DESEADO
En una noche de luna llena, en los alrededores de Daimiel, se coge un objeto que haya tocado la persona a la que pretendemos hechizar y lo colocamos en el suelo; Después se realiza un ungüento con pelos humanos, quijadas de lagarto y sangre menstrual, que se extenderá alrededor del objeto haciendo un circulo en torno a él.
De rodillas frente al objeto repetiremos el nombre de la persona amada durante diez minutos para terminar con la oración. "Con la ira del demonio te deseo"
El conjuro se repetirá durante tres lunas llenas seguidas y de no dar resultado se practica un ritual de magia simpática
Publicado por Braulio Molina López en mayo de 1997 en la revista municipal "Daimiel Noticias"